La diplomacia humanitaria en la postguerra

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Un grupo de niños vestidos con donaciones de la Cruz Roja Americana en Magyarország, Hungría (alrededor de 1920). HNM (2137/1954 fk)

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“Niños, no juguéis a la guerra. Padres ... si queréis que sus hijos vivan, prepárense para el desarme moral. Retiren los juguetes militares”. © BnF (département Estampes et photographie, ENT QB-1 (1931-1939) -ROUL). Campaña publicitaria realizada por la Liga Internacional de Luchadores por la Paz. 

Los niños constituyeron uno de los mayores problemas de las sociedades de postguerra como consecuencia de los desplazamientos geográficos y de las situaciones de malnutrición, orfandad y abandono que les dificultaron, a su vez, el acceso a alojamientos adecuados, cuidados médicos y educación.  

 A principios de 1919, el bienestar de los niños adquirió prioridad en la agenda internacional: establecer estándares de educación, definir sus derechos, proteger a los huérfanos y refugiados, regular las condiciones laborales infantiles o evitar su trata; fueron algunas de las cuestiones más importantes que se abordaron.  

 La creencia de que la cooperación internacional en el campo humanitario podría ayudar a prevenir la guerra, propició, entre otros factores, el origen de la Sociedad de Naciones, organismo que se convirtió en el elemento principal de la infraestructura del internacionalismo del período de entreguerras. Compuesto por delegados de los estados y de organizaciones privadas humanitarias, posibilitó que éstas últimas se incorporaran a la esfera de las relaciones internacionales.  

El hambre y los cuerpos de niños abandonados se convirtieron en el símbolo de las repercusiones negativas de la guerra y la postguerra. Las fotografías constituyeron un importante elemento para la movilización transnacional y el llamamiento a acciones de solidaridad. Además de hacer visible el sufrimiento de los niños, las fotografías permitieron mostrar las acciones de rescate de los benefactores. 

Las imágenes de niños desnudos con muestras visibles de las consecuencias del hambre en su cuerpo sirvieron para concienciar y obtener recursos con los que hacer frente a la crisis humanitaria. 

 La causa de los niños tomó un nuevo y simbólico significado para el futuro de la civilización Occidental: se convirtieron en el icono de las víctimas inocentes de la guerra y de sus consecuencias, pero también en una prioridad para la reconstrucción física de las naciones y para el proceso de reconciliación que se plasmó en iniciativas de educación para la paz.  

En septiembre de 1924, la Asamblea General de la Liga de Naciones adoptó unánimemente la Declaración de los Derechos de los Niños, llamada la Declaración de Ginebra y se creó la Child Welfare Committee con asesores como la Save the Children International Union y la International Association for the Promotion of Child Welfare, marcando el inicio del trabajo social para la infancia como causa oficial de las relaciones internacionales.  

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