El Campo de Fossoli

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“Nunca más un campo de concentración en el mundo”. Muestra nacional de los campos nazi, Capri, 1955. © Fondazione Fossoli

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“Nunca más un campo de concentración en el mundo”. Muestra nacional de los campos nazi, Capri, 1955. © Fondazione Fossoli

La política antisemita alcanzó su auge en Italia con la creación de un sistema de campos, consecuencia de la política de persecución, detención y deportación de judíos y antifascistas, desarrollada por la República Social italiana (1943-1945), con la colaboración policial y administrativa del ocupante nazi. Uno de estos campos fue el de Fossoli, implementado por el Gobierno italiano en diciembre de 1943.

Por Fossoli pasó el superviviente del Holocausto, Primo Levi, junto a más de 5.000 internados políticos y raciales, mujeres, niños y hombres, deportados a campos de concentración y exterminio nazis, como Auschwitz, Mauthausen, Dachau, Buchenwald, Flossenburg y Ravensbrück.    

“Sé qué quiere decir no regresar.
A través de la alambrada
He visto al sol caer y morir;
Sentí lacerada mi carne
Por la voz del antiguo poeta:
“Los soles pueden caer y regresar:
Nosotros, al extinguirse la breve luz,
Hemos de dormir una noche infinita”

 Primo Levi, El ocaso de Fossoli

Una de las mujeres internadas fue Ada Michelstaedter Marchesini, posteriormente deportada y asesinada en Auschwitz. A su tragedia sobrevivieron las cartas que escribió a su marido y que narran la vida en el Campo de Fossoli, marcada por las distancias dolorosas, la esperanza, el miedo y la incertidumbre. En su última, decía:

Al acabar la Segunda Guerra Mundial, el Campo fue transformado en un centro de acogida de refugiados extranjeros, otras víctimas civiles de una guerra que dejo a millones de personas vagando por una Europa en ruinas 

En 1947, el antiguo campo de concentración fue transferido a la Obra de los Pequeños Apóstoles, rebautizada Nomadelfia. Lugar de desarrollo de una utopía humanitaria y comunitaria, la comunidad buscaba acoger y asegurar un futuro a las víctimas más inocentes de la guerra, los niños, huérfanos o abandonados, así como a los adolescentes, con la ayuda de las «madres de vocación». Con el traslado en 1952 de la comunidad a Grosseto, a Fossoli, ya Villaggio San Marco, llegaron refugiados de Istría y Dalmacia que residieron allí hasta 1970.      

 Después de una década del final de la guerra y con ocasión del décimo aniversario de la Liberación, se dio paso a la recuperación de historia de la deportación gracias a iniciativas familiares, de antiguos deportados y de organizaciones. En 1955, se inauguró la Muestra nacional de los campos nazis, la primera de ese tipo realizada en Italia con el fin de divulgar el fenómeno de la deportación.

La muestra itinerante avivó el proceso de memoria creando el terreno fecundo para dar una estructura permanente al recuerdo de la deportación. Después de años de trabajos, en octubre de 1973, se inauguró el Museo Monumento al Deportado en Capri, el primero de este tipo en Italia.                                                                                                                                                                                                             Esta apertura representó un hito importante del sistema de la memoria, que condujo a la creación paulatina de un sendero educativo para comprender la historia, reflexionar sobre el pasado y la contemporaneidad, a partir del conocimiento de lugares emblemáticos, labor a la que también ha contribuido la Fundación Fossoli, desde su creación en 1996.

El Campo de Fossoli