Los niños en el contexto de una Europa en ruinas

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Habitantes de las cuevas de Nápoles, Italia. ©UN Archives (S-0800-0002-0015-00016) 

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¿Quién sabe dónde? Buscamos 100.000 niños de diversas nacionalidades que fueron secuestrados en Francia por los nazis (1945-1949). ©Bundesarchiv (Plak 004-007-016)  

La UNRRA (United Nations Relief and Rehabilitation Administration, 1943-1947) y su sucesora, la IRO (International Refugee Organization, 1947-1951), fueron las organizaciones intergubernamentales encargadas de dirigir las operaciones de socorro, organizar los campos de refugiados y el retorno de los desplazados tras la guerra. Bajo su supervisión se situaron distintas organizaciones privadas, a excepción de organizaciones judías como el American Joint Distribution Committe.

 La UNRRA se encargó del alojamiento, alimentación, vestimenta y repatriación de unos 6.000.000 de personas desplazadas en Europa. Entre ellos, el grupo de niños se dividía entre los que se encontraban con algún familiar, internados en los Campos de Desplazados según su nacionalidad, y aquellos no acompañados, al menos 22.000, recogidos en Centro Infantiles. Algo más de 343.000 niños estaban perdidos. Su identificación y repatriación fue objeto de disputas diplomáticas internacionales.

 El primer objetivo, tras la liberación, fue la repatriación de los niños y sus familias a sus países de origen. El problema de los menores se hizo visible tras esta operación. Muchos carecían de documentación. A los niños no acompañados se sumaron aquellos integrados en familias de acogida que sólo mantenían recuerdos lejanos de sus familias y países e, incluso, desconocían su idioma natal. Además, entre 20.000 y 50.000 niños fueron germanizados por el régimen Nazi durante la guerra, cambiándoles el nombre y destruyendo sus partidas de nacimiento, lo que hacía difícil recuperar sus orígenes.

 A las dificultades organizativas se añadió el estado mental y físico de los niños. Los trabajadores sociales, norteamericanos y británicos principalmente, incorporados a las tareas de socorro, señalaron que muchos no habían conocido la autoridad parental y vivían en grupos bajo las leyes de la supervivencia, llegando a definirles como “niños lobo”.

La IRO fijó la categoría de “niño” en los menores de diecisiete años. Los niños que permanecieron en Campos de Desplazados eran principalmente adolescentes ya que los nazis eliminaron a aquellos que no eran capaces de trabajar. Los adolescentes podían mentir sobre su edad para evitar, por ejemplo, la repatriación forzosa. Las organizaciones humanitarias se centraron en la rehabilitación moral y psicológica, puesto que su edad dificultó su reasentamiento o adaptación, e incluso, países de acogida como Suiza y Suecia, sólo ofrecieron asilo temporal a los niños menores de 12 años.

 El internacionalismo durante la posguerra supuso una explosión de nuevas organizaciones no gubernamentales, muchas de ellas con carácter confesional, como las organizaciones vinculadas a los protestantes Church World Service o Lutheran World Relief que se unían a las establecidas Catholic Relief Service, Unitarian Service Committee, American Friends Service Committee o American Joint Distribution Committee. En 1951, las Naciones Unidas reconoció 188 organizaciones humanitarias internacionales.

La rehabilitación y cuidados de los niños quedaron vinculados a conceptos como el desarrollo psicológico del niño en el contexto de su comunidad, estableciendo la procedencia y la familia como fuentes de identidad individual, y valorando las necesidades de los niños en función de su edad, nación, religión y género.

Los niños en la Europa en ruinas